
Llego enfundada en uno de mis mejores trajes, antes de salir de mi casa, el espejo benevolente me devuelve la mejor imagen de mi misma, las correas de mis sandalias me quedan anchas porque he perdido peso, pero eso no es tan vital en mi conjunto y por el contrario me hacen sentir bien, Mi suegra se para frente a su enorme espejo a maquillar sus labios, me mira por el espejo completa, yo me percato de ello, ella cree que no me doy cuenta de la forma que me esta mirando, su rostro no se me borrara de la memoria jamás, me mira como esas mujeres que temen reconocer que otra luce muy bien y necesitan a toda costa encontrar un defecto para aplastar la autoimagen de la que luce muy bien, me rodea de pies a cabeza con esa mirada que ya me arde sobre mi cuerpo, entonces finalmente aliviada encuentra el punto malo: "las correas de tus zapatos, te quedan muy sueltas" respondo con "si", a secas , no quiero defenderme, ni justificar el hecho de que sea de esa forma, resulta que son mis pies, que son mis zapatos, y que es mi vida, y así es como me gusta.
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