Ahí estoy yo de este lado de su puerta mientras ella se inventa para mi, enmarcada en la puerta de su casa con su falda corta, su blusa sencilla que delimita perfectamente sus pechos y sus botas de lana para estar en casa, ella hace lucir todo lo que se pone como si fuera el último grito de la moda, siempre me sorprende con su manera de vestir, hace del vestido más insignificante el más suntuoso traje. Antes tenía una idea diferente de la población centroamericana, ella me ha hecho cambiar de idea, tiene savo
ir faire, no se si será por sus huesos largos o por ese aire de inocencia que le otorga la clase de la que muchos monarcas carecen.
Ella exhibe sin vergüenza alguna su admiración por mí, la lujuria se le escurre en su expresión corporal y eventualmente en su manera de mirarme y de pasar su lengua por sus labios, muchas veces mientras estamos juntas intercambiándonos halagos y el deseo nos consume mutuamente, he intuido que ella busca apropiarse de mi fuerza y mi poder a través de mi cuerpo, ese fuego intangible que poseo y que todos quieren apropiarse de mi, por diferentes rumbos, quizá ella ha sido la más inteligente que sabe como accederlo, ha tendido su red por años sobre mi océano, una extensa red para pescar un solo pez, y yo escurridiza como siempre y por naturaleza aún no termino de abrirme paso hasta su deliciosa red.